El agua, una crisis transparente
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El agua, una crisis transparente
Todavía dos mil millones de personas carecen de acceso universal al agua potable y a un saneamiento adecuado y el 60 % de la población vive en zonas de escasez hídrica. Así de contundente es el informe ‘Unconventional Water Resources’. La Organización de las Naciones Unidas sigue con su llamamiento para que los gobiernos aceleren, hasta cuatro veces más rápido, el cambio en la gestión del ciclo integral del agua y en los hábitos de consumo.
¿Pero está la sociedad preparada para afrontar los problemas del agua? La respuesta es múltiple, por un lado existe una gran concienciación sobre el valor de este elemento para la salud, la economía o el medioambiente; pero por otro lado, los niveles de demanda siguen siendo elevados, teniendo en cuenta la oferta: el planeta tiene recursos limitados, aunque no lo parezca.
Alcanzar un equilibro para conservar el agua
Por eso, el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 6 señalan que es fundamental “aumentar considerablemente” el uso “eficiente” de estos recursos para reducir las desigualdades, ya que si bien se ha conseguido progresar en el acceso a agua potable y saneamiento -entre 1990 y 2015, la proporción de población mundial con una fuente de agua potable pasó del 76 % al 90 %-, todavía existen miles de millones de personas (sobre todo en áreas rurales) que no disponen de dichos servicios básicos, es decir, 1 de cada 3 personas no tiene acceso a agua salubre o más de 673 millones de personas aún defecan al aire libre.
La innovación, la tecnología y una mayor inversión son las medidas necesarias con las que incrementar la eficiencia en la gestión integral según los expertos en la materia, junto con una mayor solidaridad y la divulgación de las causas y las consecuencias del estrés hídrico.
Más que una sequía estacional
En España la falta de agua útil afecta a “las tres cuartas partes del territorio”, lo que no implica necesariamente que la espiral de demanda cese. De hecho, en algunos lugares se incrementa de manera importante, con las nuevas estrategias productivas como los cultivos subtropicales (aguacate o mango) que consumen mucho agua y que se añaden a los cultivos tradicionales.
Por ejemplo, en España el consumo de agua en la agricultura para regadío ha aumentado en las últimas décadas, alcanzando actualmente superficies cercanas a los 4 millones de hectáreas. Este sector tiene una gran demanda y alcanza el 80 % del gasto de agua.
Los efectos relacionados con el cambio climático como las sequías de larga duración en España, Portugal y Alemania o las inundaciones en Pakistán, ponen de manifiesto que el aumento de temperaturas afecta al agua en dos sentidos: primero aumenta la evaporación de la precipitación y, a continuación, reduce la lluvia útil, la escorrentía que produce el agua azul que entra en los embalses, en los ríos y ayuda a recargar los acuíferos.
Se compone de esta forma un escenario en el que la colaboración ciudadana y la urgencia administrativa deben acudir al rescate de la crisis hídrica. Cada gota cuenta, y cada palabra o acción, también.
Fotografía general de la Represa Los Laureles, con bajos niveles de agua y que abastece el vital liquido a la ciudad de Tegucigalpa y Comayagüela (Honduras). Cerca de 7,5 millones de personas carecen de agua potable en Honduras, país donde 5 millones no tienen acceso a un saneamiento gestionado de forma segura. EFE/Gustavo Amador/SOLO USO EDITORIAL PARA EL ARTÍCULO QUE ACOMPAÑA