El aperitivo, una tradición española que quiere expandirse al mundo
Sur Panodyssey, tu peux lire 30 publications par mois sans être connecté. Profite encore de 28 articles à découvrir ce mois-ci.
Pour ne pas être limité, connecte-toi ou créé un compte en cliquant ci-dessous, c’est gratuit !
Se connecter
El aperitivo, una tradición española que quiere expandirse al mundo
Patatas fritas, aceitunas, embutidos, cerveza o vermú. Tapas o pintxos, saladas o dulces, calientes o frías, clásicas o de vanguardia.
Muchas son las posibilidades que despiertan en el comensal estos pequeños bocados bajo una misma premisa: “abrir el apetito” antes de comer. Esta definición del aperitivo, procedente del latín, hace referencia a una tradición gastronómica muy ligada a la cultura española que se reivindica hoy en las mesas internacionales en su Día Mundial.
Según el significado etimológico de la palabra aperitivo responde a la acción de abrir el apetito; una comida, frugal pero con contenido, que "se toma antes de una comida principal", tal y como apunta La Fundación del Español Urgente (Fundéu).
Veintiséis siglos después de que Hipócrates diera origen a esta costumbre en la antigua Grecia con la elaboración de un brebaje amargo para estimular al estómago, la compañía de patatas fritas Lay’s impulsó su homenaje en todo el mundo en el año 2020, cuando ni siquiera la pandemia pudo frenar este acto propio de la idiosincrasia mediterránea, que además de culinario es social por naturaleza. Precisamente las patatas, ya sean fritas, bravas, arrugás o en forma de tortilla, se consideran una de las tapas por excelencia de España, cuyo precio oscila de media entre los 1,50 y 2,50 euros por persona, aunque todavía se ofrecen de manera gratuita en muchos bares de nuestra geografía.
Un país culinario
Su consumo está ligado con los fogones del país. Los datos de un informe publicado en 2022 por la asociación Hostelería de España respaldan esta teoría, puesto que el 78% de las personas encuestadas cree que la tapa es el mejor representante a nivel gastronómico de España. Y es que, dentro de la cocina nacional, cada comunidad autónoma tiene una serie de platos representativos que, como el buen perfume, se venden mejor en frasco pequeño.
Al año, cada español gasta una media de 57,5 euros en el aperitivo, un pequeño bocado para abrir el apetito, consagrado como el ADN de los bares y la tradición gastronómica española, pero que encuentra también en las casas un lugar donde celebrarse, pese al alza de precios de sus ingredientes. En total, ocho de cada diez españoles consumen un aperitivo de forma habitual, ya sea de manera semanal, el 56 %, o diaria, el 24 %, según los datos extraídos del informe "Un país de picoteo", elaborado por la marca Sigma.
Los aperitivos por comunidades
Las patatas bravas y los callos son la representación por excelencia del tapeo madrileño. Igual de contundente es la propuesta de chorizos a la sidra, un entrante fundamental si se viaja a Asturias. De Cantabria, sin embargo, lo ideal es pedir una tapa de rabas y de anchoas para disfrutar de su gastronomía. En Galicia, en cambio, los pimientos de padrón y el pulpo son los productos más demandados para ir haciendo hueco a los platos principales. Del mar también procede el pescaíto frito, una de las opciones para quienes visiten Andalucía junto con las aceitunas u olivas, según el eterno debate de la denominación de este adictivo manjar.
Los torreznos y la morcilla son los bocados por excelencia en Castilla y León, mientras que en Castilla La Mancha el pisto o el morteruelo sirven como entrantes. El pan con alioli es un alimento que acompaña a la comida en Baleares y la Comunidad Valenciana y también en Cataluña, junto a su tradicional pan con tumaca. En el País Vasco, la despensa de los pintxos, la gilda es quizás su aperitivo más icónico, cuyo nombre homenajea al personaje “picante” que encarnó la actriz Rita Hayworth en su película homónima.
Las migas extremeñas, las papas arrugás canarias, los michirones murcianos y los pimientos de piquillo de Navarra no pueden faltar en el menú de la gastronomía patria. Ni tampoco el característico pincho de champiñones, maridado con un buen vino en La Rioja o el jamón de Teruel que puebla las mesas de la cocina aragonesa. Pequeños manjares para conocer el gusto de las regiones de España a través de los sentidos.