¿Podrías deducir qué significan estos números: 12345, 123456 y 1234567?

Aunque pueda parecer que esta secuencia numérica guarde relación con algún teorema o algoritmo matemático, estas cifras tienen otro significado: son las tres contraseñas más empleadas en España para acceder a cualquier zona privada en Internet. Una secuencia lógica y sencilla para que el usuario pueda retenerla en su memoria sin demasiado esfuerzo, pero que facilita el trabajo de los hackers, quienes la podrían descifrar en menos de un segundo, según un informe de NordPass.

Desde el boom de Internet, empresas relacionadas con la informática y la ciberseguridad alertan de la importancia de utilizar métodos más complejos que garanticen una identificación personal e inequívoca. Para darle el valor que merece, como cada primer jueves de mayo se celebra el ‘Día Mundial de la Contraseña’, la llave que protege nuestra información en la inmensa red del ciberespacio.

El origen de esta curiosa efemérides se remonta al año 2005, cuando el investigador en seguridad británico Mark Burnett inspiró con su obra “Perfect Password: Selection, Protection, Authentication” a establecer un nivel alto de seguridad en el uso de las contraseñas proponiendo una fecha concreta para concienciar a los internautas. Una idea que tardó ocho años en materializarse, hasta que en mayo de 2013 arrancó esta curiosa manera de homenajear a las claves de acceso.

En España todavía falta información sobre un tema capital para cuidar nuestros datos y dispositivos ante posibles ciberataques: el 56 por ciento de usuarios no cambia nunca sus claves de acceso y el 42 por ciento emplea la misma contraseña para todos sus servicios, tal y como manifiesta una encuesta realizada por la empresa de ciberseguridad S2 Grup. Un riesgo común para que el experto de la empresa Avast, Luis Corrons, aconseja cambiar las contraseñas en diferentes servicios porque “igual que usamos llaves diferentes hay que usar claves distintas”.

Entre las recomendaciones más básicas, es importante evitar series numéricas, palabras y datos familiares sencillos que puedan estar al alcance de todos. Lo ideal es combinar mayúsculas, minúsculas, números y algún símbolo del ordenador y que, como mínimo, la clave de acceso sea de ocho caracteres. También conviene no guardar la contraseña en el ordenador, y, como proceso inverso al habitual, es preferible anotarla por escrito en un papel que digitalizarla.