Una de cada cuatro personas en el mundo tendrá un problema relacionado con la salud mental a lo largo de su vida. De ellos, entre el 35 y el 50 % no recibe ningún tipo de tratamiento para esta enfermedad silenciosa que, según la OMS, será la primera causa de discapacidad en 2030.

Aunque los problemas relacionados con el bienestar emocional han ido acaparando progresivamente más espacio en la agenda política, medios de comunicación y sociedad, la salud mental ha sido desde siempre un tema estigmatizado por las connotaciones y enfermedades derivadas. La depresión, la ansiedad o el trastorno de conducta son algunas de las manifestaciones más comunes que, si no se tratan a tiempo, pueden llevar a un paciente, incluso, a poner fin a su vida.

Cada 10 de octubre, la Federación Mundial para la Salud Mental reivindica la visibilización y normalización de los problemas emocionales con su Día Mundial, que este año pone el foco en el aspecto del derecho básico de la patología con el lema “Nuestras mentes. Nuestros derechos”. El impacto que tiene en el suicidio, su relación con el Covid-19, la necesidad de convertirse en una prioridad mundial y lograr un acceso equitativo para la población han protagonizado otros años esta campaña que busca diagnosticar estos trastornos en edades tempranas” para reducir el “coste financiero en el futuro y evitar los problemas derivados”.

Tan importante como hablar de lo que rodea al desequilibrio emocional es quién lo haga. Los referentes actúan como un espejo en el que una persona puede mirarse en busca de comprensión y acompañamiento. Muchos son los personajes públicos que han decidido abrir sus emociones y compartir sus experiencias más íntimas para ayudar a otros. Ni el lujo ni el confort escapan a los tentáculos de un monstruo con la capacidad de derribar cualquier tipo de vulnerabilidad cuando ataca. El reconocimiento y la normalización son el primer paso para un problema que necesita tratamiento y ayuda profesional para ofrecer las pautas adecuadas para hacerle frente.

Cuando el cuerpo se lleva al límite, también afecta la mente

El deporte de élite lleva los músculos de los atletas al límite. A los duros entrenamientos, dietas estrictas y todo tipo de controles se suma la presión por realizar una actuación perfecta en el momento exacto. Algo que no todos son capaces de gestionar si no disponen de los mecanismos necesarios.

• Simon Biles, la estrella mundial de la gimnasia ganó quizás su medalla más importante cuando decidió retirarse en plena competición de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. “Desde que entro al tapiz, estoy yo sola con mi cabeza tratando con demonios en mi cabeza. Debo concentrarme en mi salud mental y no comprometer mi bienestar”, alegó la estadounidense, tras llevar el bienestar emocional al primer término con esta valiente acción.

• Este mismo verano, el base español Ricky Rubio decidió renunciar al Mundial de Filipinas ante la necesidad de cuidar su salud mental. El base de los Cleveland Cavaliers recibió todo el apoyo, comprensión y cariño de sus compañeros de La Familia, de la que sí formó parte Álex Abrines, tras recuperarse del episodio psicológico que le alejó de la pista en 2019 cuando militaba en Oklahoma City Thunder.

• En el plantel futbolístico, la muerte de Dani Jarque, amigo inseparable de Andrés Iniesta, condujo al genio de Fuentealbilla a un cuadro depresivo del que fue capaz de hablar años después y en el que se escudó en su familia amigos y profesionales para salir adelante. En septiembre, el futbolista del Oviedo, Víctor Camarasa ha sido el último en anunciar su retiro de los terrenos de juego por un “tiempo indeterminado” para recuperarse de un problema similar. «Te deseamos una satisfactoria recuperación. Ahora solo tú eres importante, Víctor. Los demás deseamos verte pronto recuperado». Es el mensaje de ánimo al centrocampista que emitió el Real Sporting de Gijón, rival histórico del equipo carbayón y que demuestra que la atención emocional está por encima de colores y enfrentamientos.

El arte tampoco escapa

• “Aquí sigo en mi proceso, con mis altibajos pero mejorando poco a poco. Es difícil porque el ruido no te deja ni sufrir tranquilo”. Así anunciaba Alejandro Sanz a su público de Twitter la difícil situación que le atenazaba. Acostumbrado a cantar al amor, la estrella internacional con 25 millones de discos vendidos ha pasado a compartir sus dificultades ante este proceso prometiendo seguir luchando para salir del “pozo” en que el que se encuentra. Esta situación límite la vivió Pastora Soler hace una década, cuando un ataque de pánico escénico hizo que se retirara en plena actuación de un concierto de Málaga. Además de posicionar la salud mental en el centro, esta circunstancia humanizó la figura de los artistas.

• Y es que sobrellevar el peso de la fama requiere de mucha fuerza mental. A Jaime Lorente, popular actor que encarnó a Denver en ‘La casa de papel’ le costó lidiar con la mochila del estrellato y requirió de una ayuda psicológica a la que definió como “uno de los mayores gestos de amor propio que he tenido en la vida”. Sin embargo, el caso más sonado relacionado con el cine fue el de Robin Williams, cuyo carisma e imagen de tipo feliz escondía detrás de la pantalla un drama personal. La depresión que padeció y el comienzo de una enfermedad degenerativa fueron demasiado para el actor norteamericano, que decidió poner fin a su vida 2014, entristeciendo a un público al que tantas veces hizo reír.