

6 Descubrimiento
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6 Descubrimiento
Mi tío era sordo, ciertamente, pero era sobre todo muy original. Nunca pudo resistirse a una buena idea y encontraba en la desmesura una forma encantadora de saciar sus pasiones.
Nunca se desplazaba sin sus audífonos gigantes, por lo cual lo invitaban poco.
Fue él quien tuvo la idea de ese almuerzo en la hierba, para el gran disgusto de mi tía y para el gran gusto de sus sobrinos. Me acuerdo de mi padre, en el otro extremo de la mesa, que criticaba murmurando que su hermano estaba loco.
Mi tío, muy tieso, había subrayado el comentario con un golpe de talón. Luego, con una voz fuerte, de las que utilizaba para dar órdenes al regimiento, hizo esta pregunta: “¿A que profundidad de la escucha se puede encontrar el humano?”
Hay que decir que él leía a Hegel y que había empezado


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