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Consejos consejos
"No importa si no es tan bueno como esperabas"
Esa es la frase que decidí llevarme en la maleta cuando empecé el Erasmus. Iba con unas expectativas muy bajas, con ganas de vivir un viaje de independencia y sabiendo perfectamente que no iba a ser un camino de rosas. El problema es que siento estar viviendo vidas muy distintas a todos aquellos que me rodean, y la causa es, entre otras cosas, el exceso de independencia.
La forma en la que me veo incapaz de creas lazos emocionales al saber que tienen fecha de caducidad me resulta un problema, ya sabía que iba a serlo cuando llegué, pero no me di cuenta de como de grave sería. "Acepta todos los planes que te propongan la primera semana", un consejo que fue bueno y ayudó un poco, durante la primera semana. ¿Cómo es posible seguir ese ritmo durante meses? Es imposible. No solo porque la mayoría de los planes que se ofrecen para los Erasmus en países como Portugal implican gastar dinero, consumo de alcohol o regresar a casa a horas tardías lo que deriva en un descuadre de los horarios de sueño y un cansancio continuo que acaba haciendo mella en la salud física y mental. Esto también causa que las primeras semanas se creen grupos, y eso es algo con lo que nunca me he sentido cómoda.
"Las personas que vas a conocer estos meses van a estar contigo toda la vida"
Entiendo la necesidad de tener una red de apoyo, un grupo, algo a lo que aferrarte, ¿pero qué pasa cuando escoges el grupo equivocado? ¿Qué pasa si aquellas personas que los primeros días parecían conectar contigo se van convirtiendo en otra cosa según avanza el tiempo? Nunca me ha gustado depender de esas dinámicas, y por ello, a pesar de tener un grupo, no me siento parte de un grupo. Si esto ocurre acabas inevitablemente desarrollando una sensación de soledad que termina siendo la razón de un aislamiento.
Y no es que estar solo sea malo, hay que aprender a convivir con uno mismo. He llegado a disfrutar de pasear en silencio, de hacer turismo sin planes, de no tener que esperar a que alguien llegue para entrar en una exposición, de cancelar los planes sin dar explicaciones porque era la única implicada, de visitar mercadillos saltandome los puestos que no me parecen interesantes, de comer en mesas de dos con solo un plato, de llevar siempre un libro en la mochila cuando no tengo a nadie con el que hablar en el metro... Pero esta soledad que casi es autoimpuesta, aunque soy consciente de que probablemente sería peor socializar de forma obligada, empieza a erosionar esa ilusión que produce el ser al fin una persona independiente. ¿Cuál es el punto medio? ¿Cómo se consigue alcanzar un equilibrio? Si lo descubro supongo que lo escribiré.
Prince Of Panodyssey Alias Alexandre Leforestier hace 1 año
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