Compartir habitación es la razón por la que sigo duchándome
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Compartir habitación es la razón por la que sigo duchándome
Vivir con alguien no es el fin del mundo
Dormir al lado de alguien a quien no conoces, escuchar como respira, como ronca, como sueña, crea una conexión extraña entre dos personas. Puedes no saber cómo se llaman sus padres o cuál es su comida favorita, pero sí cuál es el libro que relee antes de dormir, o el sonido de su despertador. Y aunque existe la posibilidad de estar meses conviviendo con esa persona y no volver a verla ni hablar con ella nunca más, se crea una relación que mantiene la convivencia en un estado de tranquilidad basado en normas no escritas. Yo sigo estas normas como una lista de consejos más que como algo inviolable, pero siempre las tengo en cuenta, y si alguien se ve en la situación de compartir un espacio tan privado como es una habitación, un santuario donde descansar, explorar y hacer instrospección, tal vez sean de ayuda.
1. Primeras impresiones y ayuda en lo posible
En el caso en el que no lleguéis a la vez y tengas la suerte de disfrutar del cuarto en soledad antes de que la otra persona se instale lo mejor es tener en cuenta qué es lo que has necesitado para saber qué es lo que necesitará ella al llegar. Lo ideal para mantener una buena relación es ofrecer ayuda siempre que se pueda. Tener detergente para la lavadora, prestar una sartén, decirle a tu compañero donde guardas el papel higiénico, explicar cómo funcionan los horarios de los supermercados cercanos o dónde están los mejores kebabs. Dar ese apoyo a alguien que se encuentra en un lugar nuevo ayudará a que se sienta cómodo y te vea como un aliado y no como alguien que invade su espacio personal. Una buena primera impresión es importante y en este caso es casi seguro que la ayuda será recíproca.
2. Un ritual de cordialidad
Muchas veces lo último que quieres cuando llegas a casa, a tu refugio del mundo exterior, es hablar. Pero hay muchos otros días donde te apetece contarle a alguien qué has hecho, cómo te lo has pasado, si has encontrado un lugar bonito o te has comido el mejor bocadillo del mundo en una cafetería perdida en un callejón. Y cuando alguien te pregunta si tu día fue bueno quieres contarlo todo, por eso es importante preguntar. Una frase tan simple como "¿Qué tal el día?" "¿Qué planes tienes hoy?" cuando notas que alguien está de buen humor mejorará su día, y puede también mejorar el tuyo. Pero esa no es la única razón para usarlas. Cuando alguien te habla sobre sus planes y sus experiencias te incluye en ellas, aunque no sea de forma física. Creará un lazo de confianza y será la base para poder hablar de experiencias no tan buenas y en las que en algún momento se puede necesitar apoyo externo, como una cita que acaba mal.
3. Orden, higiene y respeto
Dejar claro cuál es tu espacio y cuál es el de la otra persona ayuda a evitar muchos conflictos. Cuál es tu parte del armario, qué cajones son tuyos y cuáles pueden usar ambas personas, es simple. Cada uno siempre tiene sus propios conceptos de orden, pero lo que está claro es que si prefieres vivir en el caos, debes mantenerlo siempre en tu territorio y no dejar que moleste la vida de tu compañero.
Muchas veces no nos encontramos con fuerzas de hacer las cosas más sencillas, como cepillarnos el pelo. El problema viene cuando el no hacer una cosa nos lleva a otra, como no lavarnos los dientes, y después derivan en otra, como no ducharnos o hacerlo con mucha menos frecuencia de la habitual. La sensación de soledad que produce el estar lejos del lugar que siempre hemos considerado nuestro hogar puede hacer que descuidemos estas cosas, así como caer en malos hábitos. El hecho de compartir un espacio con alguien nos hace ser consciente de la importancia de estas cosas a un nivel que va más allá de nuestro bienestar físico y psicológico. El que otra persona pueda vernos y olernos a diario a cualquier hora del día intensifica nuestra autopercepción. Ya sea por respeto a tu compañero o por simple culpa y vergüenza, el mantener una higiene medianamente aceptable ayudará a que se eviten muchos problemas entre los residentes de una habitación.
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Incluso aunque no estés en esta situación y tengas el "lujo" de vivir en una habitación privada, hay muchas posibilidades de acabar compartiendo otros espacios con más personas, como la cocina*, el salón, salas de estudio o el baño. Estas reglas o consejos, como prefieras verlos, son aplicables a cualquier tipo de convivencia. Aunque después de exponerlas aquí me parecen obvias, soy consciente de que no lo son para todo el mundo. Tal vez son simples, pero para alguien que acaba de descubrir lo que es vivir con completos desconocidos pueden llegar a ser un salvavidas.
*Me permito darte otro consejo: Si alguna vez te ves en plena batalla campal por la cocina a la hora de la cena se puede solucionar facilmente con comidas express. Compra fideos instantáneos, cereales o hazte un revuelto rapidito. También puedes compartir una tortilla de patatas y una cuña de queso, la comida es la forma más rápida de ganar el corazón de alguien y todos sabemos que no hay nada mejor para aplacar el mal genio que una buena cena.